Hace un año la sociedad iraní tomó las calles para protestar por la muerte de Mahsa Amini. A lo largo de más de cuarenta años la sociedad persa se ha movilizado para reivindicar sus derechos. Hasta la fecha, las más notorias fueron las de 2009 por el fraude electoral que llevó al poder al presidente Mahmud Ahmadinejad y las de 2019 por la situación económica. Sin embargo, las actuales, son un punto de inflexión: apuntan directamente al régimen en su totalidad, ensanchando la brecha entre régimen y gran parte de la población, sobre todo la posrevolucionaria. Todo ello en un contexto internacional endiablado en el cual Irán es un país estratégico para las potencias debido a su posición geoestratégica y los recursos naturales.
Para entender los siguientes pasos es importante destacar las causas más relevantes de la actual crisis sociopolítica que vive el país. Una de las principales razones reside en la propia naturaleza del sistema político. Desde sus inicios la República Islámica ha ido limitando la esfera individual e imposibilitado cualquier tipo de reforma política. La élite política y religiosa ha configurado un equilibrio de poder con la élite militar para mantener es estatus quo y así bloquear cualquier tipo de avance, una alianza que se ha potenciado desde 2009 con Ahmadinejad. Al no existir ningún mecanismo de rendición de cuentas o de canalización de demandas efectivas, las reivindicaciones se han expresado a través de protestas y movilizaciones populares.
Las sociedades evolucionan y cambian. Irán no es un estado ajeno a los acontecimientos internacionales y cambios sociales. La inflexibilidad política ha impedido que las generaciones más jóvenes se integren en el sistema. Actualmente la media de edad en Irán se sitúa en torno a los 32 años. Es una sociedad joven y vibrante. El rango 0-14 años y 15-54 años corresponden al 24% y 13% de la población. A esto hay que añadir que el 48% corresponde a los grupos de edad entre 25-54 años (CIA 2021). Con la crisis económica, la inflación por las nubes, la falta de oportunidades y además una limitación de derechos ofrece un cóctel perfecto para las movilizaciones.
La media de edad en Irán se sitúa en torno a los 32 años. Es una sociedad joven y vibrante.
Pese a los cortes de internet, la sociedad domina las nuevas tecnologías, en especial, las redes sociales. Es una sociedad hiperconectada y actualizada en la cual más de la mitad de la población -unos 48 millones de personas- utiliza las redes sociales. Las generaciones más jóvenes quieren un futuro mejor y ser partícipes de ello. El feminismo, la laicidad y el respeto por los derechos humanos forman parte de su acción política. Todo ello pone en evidencia una realidad: el régimen no está atajando la crisis generacional. Estas generaciones son motores de cambio en toda sociedad, y las protestas ponen en evidencia que el régimen ha fracasado a la hora de integrarlos.
Las movilizaciones se extendieron a lo largo de todo el territorio y no estaban localizadas en lugares concretos. Además, la diáspora iraní se organizó para llevar el mensaje social a la comunidad internacional y mantener la voz de los iraníes en el corazón de las capitales occidentales. La población había derribado el muro del miedo, tomado la iniciativa y consolidado un hilo conductor contra el régimen: tenía su himno, sus símbolos y, sobre todo, sus mártires. Si bien el régimen ponía el énfasis en conspiraciones extranjeras la realidad es que eran los propios iraníes los protagonistas. Esto es lo que refuerza la causa y mantiene viva la esperanza.
¿QUÉ ESPERAR A PARTIR DE AHORA?
Entramos en una etapa de desobediencia civil. Para atajar las protestas el régimen calculó su acción teniendo en cuenta la duración de las medidas y su intensidad. Fueron tomando medidas de menos a más intensidad hasta llegar a las ejecuciones públicas para lograr la desmoralización y desmovilización. El objetivo fue volver a instaurar el miedo para recuperar la iniciativa política y ganar tiempo. Son conscientes que entran en terreno pantanoso. Debe afrontar tres crisis concretas: la económica, la social y la institucional. Económica por la inflación y el impacto de las sanciones; social por el cambio generacional, de valores y, sobre todo, de demandas políticas; y, por último, institucional. No hay un claro relevo en caso de fallecimiento del líder supremo, lo que podría provocar una crisis interna dentro del régimen donde el papel de los Pasdarán (la Guardia Revolucionaria) será clave: ellos calcularán qué les vendrá mejor para continuar liderando el país en un segundo plano y monopolizar la economía. Todo ello sin ignorar el contexto internacional y la rivalidad entre potencias en Oriente Medio.
Lo que está claro es que se ha consolidado un hilo conductor de cambio entre la población y muy probablemente vuelva a haber protestas ya que el régimen no ha dado señales positivas más allá de la represión. Entramos en una etapa en la cual el régimen hará equilibrios para seguir en el poder y evitar nuevos levantamientos. Necesitan recuperar la iniciativa, tanto internamente como de cara al exterior. Son conscientes de que no hay una oposición interna capaz de ser alternativa y juegan con el miedo al caos y la desintegración del país. Esto les permite seguir siendo vistos como un actor legítimo en la interlocución diplomática. El miedo y el relato del régimen ha contagiado a los líderes occidentales, más preocupados por cerrar un acuerdo nuclear y evitar un nuevo foco de desestabilización que por condenar la acción del régimen. Recordemos que Irán se encuentra entre los tres principales países con reservas de petróleo y gas.
Entramos en una etapa en la cual el régimen hará equilibrios para seguir en el poder y evitar nuevos levantamientos.
Sin embargo, las protestas han experimentado una metamorfosis hacia una desobediencia civil contra el régimen islámico el cual se ha visto forzado a ser más indulgente, en especial en códigos de conducta social. Por ejemplo, hacer la vista gorda en cuanto al uso del hiyab obligatorio. Con ello buscan dar una imagen de normalidad de cara al exterior y aprovechar el relato de Occidente que redujo las protestas a una cuestión del velo obligatorio y así desviar paulatinamente la atención de los acontecimientos políticos internos. Todo ello para no eliminar sus pilares esenciales, concretamente el islam político y para que no se hable de cambio de régimen y tampoco de las continuas detenciones de la sociedad civil, activistas y artistas.
EL CONTEXTO INTERNACIONAL SERÁ DETERMINANTE
Cualquier acontecimiento influirá en las dinámicas internas. El aislamiento y las sanciones internacionales provocan que el régimen sea más opaco e inflexible internamente. Recordemos que, en la época revolucionaria, fue el contexto internacional lo que provocó la entrada y consolidación del islam político con el beneplácito de Occidente para detener el comunismo, concretamente, en la Conferencia de Guadalupe en 1979. Se abortó cualquier desarrollo democrático y constitucional. Lo mismo ocurrió con el golpe de Estado de 1953 que derrocó a Mohammad Mosaddegh organizado por EEUU y el Reino Unido. Ahora, hay actores muy relevantes que quieren monopolizar los eventos en Irán, como Rusia o China. No hay que olvidar que Irán es un país estratégico y a las potencias no les interesa que Irán sea un país democrático.
IRÁN ES HISTORIA Y, SOBRE TODO, ES CIVILIZACIÓN
La influencia de Ciro el Grande fue inspiradora para los padres fundadores de EEUU, concretamente para Thomas Jefferson y John Adams, que admiraban la forma de gobernar la diversidad cultural, religiosa y lingüística, así como el liderazgo y la ética descrita en la Ciropedia de Jenofonte. Otros autores como Maquiavelo también se inspiraron en Ciro por su liderazgo y virtud. En definitiva, la historia demuestra que, pese a los acontecimientos históricos y bélicos, la herencia de Persia sigue presente. Esto demuestran los 2.500 años de civilización. Por ejemplo, no se puede entender el islam sin entender la herencia de Persia. Fueron los persas los que dieron desarrollo político, religioso e intelectual a la religión islámica durante los primeros siglos del islam.
El aislamiento y las sanciones internacionales provocan que el régimen sea más opaco e inflexible internamente.
Querer entender la religión sin su herencia es como entender la civilización occidental dejando de lado la Grecia clásica. La República Islámica ha querido monopolizar el islam en términos políticos. Los persas antes del islam practicaban varias religiones. Abandonaron el zoroastrismo para abrazar el islam. Cuando abandonan una religión, no tienden a recuperarla. Podría ocurrir con el islam en Irán debido a la extrema politización y el incremento de la laicidad entre los más jóvenes. Cualquier movimiento en falso del régimen podrá hacerle tambalear y será una nueva oportunidad para que la población, encendida y harta, salga a las calles y pongan punto final a décadas de oscuridad.
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